domingo, 7 de septiembre de 2008

Reflexiones

LA FORTALEZA DEL CARÁCTER
Y EL PODER DE DECISIÓN

Jorge Meléndrez


Tomar decisiones es una característica de la voluntad, esa cualidad que junto con la templanza y la fortaleza, hacen que un ser humano sea de carácter invencible frente a las adversidades. No puede haber un carácter débil y una voluntad fuerte, al igual que no puede haber una voluntad débil y un carácter fuerte. Los seres humanos enfrentamos en la vida muchos momentos de decisión, y dependerá de cómo lo hayamos resuelto, es decir de las acciones emprendidas, como fincaremos nuestra ruta de vida y, sobre todo, nuestro propio desarrollo humano, afectivo y espiritual.

Ser invencible ante las adversidades, no significa de manera alguna que no tengamos limitaciones, sino al contrario, que éstas se empequeñecen cuando el reto es demasiado grande y demostramos que somos capaces de vencer el miedo natural frente a lo desconocido; sobre todo cuando fijamos nuestra meta en algo que queremos lograr con toda el alma. Ser invencible es mantener la serenidad frente a los problemas y razonar asertivamente. La asertividad, como otras áreas de la vida, es un proceso dinámico en el cual vamos realizando ajustes constantemente, lo que significa que somos consientes de nuestro desarrollo emocional y del crecimiento de nuestra fortaleza espiritual.

Esta última es necesaria para crecer y ayudar a que los demás crezcan. La fortaleza espiritual conforma nuestro carácter y nos permite disciplinar la mente, y una mente disciplinada es una mente pacífica y feliz. Una mente fuerte nunca se perturba por que la fortaleza de nuestro ser se nutre de la experiencia del silencio, de la conexión sutil con la fuente eterna de luz y de paz y a nivel práctico, de una actitud honesta y sincera ante la vida y los demás. Otra fuente de fortaleza para el ser humano son las bendiciones y buenos deseos que recibimos de quienes hemos servido, y una buena forma de servir a los demás es compartir nuestra fortaleza interna.

Podemos evaluar nuestro nivel de fortaleza espiritual observando la calidad de nuestras respuestas en las situaciones y en las relaciones. El que es fuerte da, el débil tiene expectativas. El que es fuerte cambia y transforma, el débil se queja. El que es fuerte sabe perdonar, el débil guarda resentimiento. El que es fuerte decide, en cambio, el débil duda. El que es fuerte fluye, el débil mide y calcula. El que es fuerte permite, el débil pone límites. El que es fuerte puede doblarse, el débil se rompe. En suma, el fuerte siempre calma y tranquiliza a quienes lo rodean. Por ello es importante ser fuerte ante lo desconocido y aprender a tomar decisiones, pues la vida es como un laberinto lleno de bifurcaciones, donde algunas decisiones son buenas y algunas otras no tanto, pero donde siempre habrá una mejor; aquella que nos produzca los mejores resultados para nuestra vida.

Pero una vez tomada la decisión, es mucho más importante tener el valor de emprender las acciones adecuadas, pues al final, una buena decisión se mide por los resultados obtenidos. ¿De que sirve haber tomado la mejor decisión, si no emprendimos las acciones correspondientes? De lo que debemos estar seguros es que cada decisión que consideremos viable, vendrá siempre acompañada de la ruta de acciones a llevar a cabo, y dependerá de nuestra voluntad y deseo de cambio para realizarlas.

Estoy seguro que muchos de nosotros conocemos casos excepcionales de hombres y mujeres que han sabido enfrentar sus aflicciones y sus adversidades, ellos son un verdadero ejemplo de vida, pues con madurez afectiva y sobre todo con voluntad férrea, han resuelto reorientar el rumbo de su destino, y estoy seguro, han encontrado una mayor felicidad y paz interior. Uno de los mejores ejemplos de vida que conozco y puedo mencionar lleno de satisfacción y orgullo, es el hecho que desde hace algunos meses, mi hijo Jorge René ha venido resolviendo muchas de sus adversidades, y lo ha hecho de manera asertiva, consiente y madura, pues mantiene a su lado una firme voluntad de ser mejor cada día y sobre todo, tiene a Dios en su corazón. El es hoy como muchos que han incorporado las virtudes divinas en su comportamiento y actividades diarias; son personas que pueden dar fortaleza a los demás. Compartir esta riqueza y sabiduría es dar un regalo invaluable. JM Desde la Universidad de San Miguel.

udesmrector@gmail.com

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